07 septiembre 2006

Así es Bombay


El principio de este diario llega con retraso, tres días después de nuestra llegada a la India. La India! Lo escribo y la verdad que todavía no me hago a la idea que estemos en este país. Así que, aunque tarde, voy a intentar resumir brevemente mis primeras impresiones.
Después de un viaje eterno con Alitalia llegamos a Bombay a eso de las 11 de la noche hora local. Claudia y Sara nos esperaban a la salida del aeropuerto para ir al YMCA, nuestro hotel, que más tarde descubriríamos que era una especie de comunidad cristina a la que, sí o sí, nos hicimos miembros y pagando.

Pero antes de llegar al hotel vivimos la experiencia de viajar en coche por Bombay, un caos ambientado por la infinidad de bocinas que suenan al mismo tiempo. El caos en Bombay tiene su lógica, es como el orden dentro del desorden. Todo el mundo va y viene en diferentes, a veces opuestas, direcciones pero nadie se altera excepto nosotros que estamos todavía en proceso de adaptación.
Instalados ya en el hotel cenamos y nos dirigimos a nuestras habitaciones. Todo huele a humedad y hace calor, quizá no tanta como esperaba, pero el ventilador del techo de varias velocidades, hará que nuestro merecido sueño sea un poco más agradable.
El despertador suena a las nueve de la mañana. Este es nuestro segundo día en Bombay, una jornada por descubrir. Bajamos a desayunar y probamos tímidamente los primeros sabores de la India. Mi paladar, todavía occidental, sólo se atreve a probar unas tostadas con mantequilla y algo parecido a la mermelada, trozos de papaya y el thai, el té indio, que se acabara convirtiendo en la bebida más extendida de nuestro viaje.

Salimos del hotel hacia las 10 de la mañana. Claudia y Eva han salido más temprano hacia Intermón para saludar a Thomas Baby y conocer mejor el trabajo de la ONG en la India y saber algo más del RDC (Rural Development Center) la organización que nos acogerá durante 17 días.
De momento estamos en Bombay y después de regatear con varios taxistas aceptamos pagar 65 rupias por taxi para que nos lleven hacia Colaba el centro turístico de la capital de Maharashtra. Nos repartimos en dos taxis. Diego, Sara y yo vamos en uno que casi se carga a un ciclista pero como en este país nadie se inmuta seguimos adelante. El taxista mirando tímidamente hacia atrás para comprobar que el ciclista sigue en pie y nosotros tres alucinando y a carcajada limpia intentando entender la situación.
Nicky, Eva y Laia van en otro taxi que de vez en cuando se cruza con el nuestro y aprovechamos para tirar alguna foto.
Pasear a pie o en taxi por Bombay, una ciudad de 23 millones de habitantes, es toda una experiencia difícil de describir. Para entender esta ciudad hay que vivirla, olerla y sentirla porqué todo lo que podamos explicar se va a quedar corto. Aquí se mezclan tantas personas, objetos, colores, olores y sonidos que es imposible detenerse en cada uno de ellos. Nuestros sentidos no dan abasto y aunque muchas veces tus ojos se paren a contemplar la luz y la elegancia de algún sari o se crucen con la intensa y penetrante mirada de los hombres hindúes, todo está en su sitio y dibuja una caótica armonía, así es Bombay.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Leí en la guía de treking al Nepal de Stephen Bezruchka, una frase que me impactó y que anoto, y que muestra el espíritu con que te aproximas a la India, como la vives y como la describes. Con discreción. Se puede aplicar perfectamente a la India:

"Nepal te canviará, a tí, no intentes canviarlo tu a él. Dejate impregnar de su esencia. Toma fotos con delicadeza y el cuidado necesario cuando lo que te rodee te muestre su realismo más dramático. Llevate los recuerdos gravados en tu corazón y en tu espíritu, no solamente en tu mochilla. Nepal no es solo un lugar en el mapa, sino una experiencia, una manera de vivir de la cual todos podemos aprender"

Marta Berenguer dijo...

Algo interesante también se lee en al guía Lonely Planet. Una cierta y acertada descripción del viaje:

"La India es un país que apabulla por su tamaño y diversidad. Nada resulta ser exactamente como se había previsto, así que lo único que se puede esperar es lo insospechado, que llega bajo múltiples formas y que siempre se sentará al lado del viajero. La visita supone la prueba definitiva para muchos turistas, y no es de extrañar que algunos embarquen aliviados en el avión de regreso, aunque los aficionados a las cosmologías complicadas y a la sobrecarga sensual encontrarán en la India uno de los más complejos y gratificantes espectáculos que existen en la tierra".