11 diciembre 2006

Caminar pa ir creciendo...

LA MARI DE CHAMBAO, Cantante de flamenco chill out

L A F I E S T A
“El grupo sabía lo que había. Primer y último concierto de la nueva gira de momento. Operación y quimioterapia. No sabíamos cuándo volveríamos a subir a un escenario. Acababa una etapa bastante confusa: tomaba las riendas de mi vida y ponía fin a una larga relación.
Acababa Lamari sumisa y asustada, la que no hablaba por no meter la pata. Mis hermanas me acompañaban bailando entre las sombras del escenario y mi madre llorando. Aquel día, todos y cada uno de los que estábamos allí, dentro y fuera del escenario, lo dimos todo. Nunca he visto un camerino tan animado, con más arte, era una fiesta”. Tras un año de lucha, la cantante del flamenco chill out, ha superado un cáncer y lo cuenta en un libro, ‘Enamorá de la vida aunque a veces duela’ (La Esfera de los Libros).


"Mi enfermedad ha sido un despertar"

Cumplo 32 años. Nací en Málaga y vivo ahí, en Murcia y en Valencia. Estoy recién casada. A la mujer le ha costado tanto conquistar el voto, que siempre voto. Ser buena gente, estar contenta y respetar es mi ideología. Me interesa el budismo y creo en la vida tras la muerte.Caminando 2001-2006 es mi último CD, un recopilatorio

IMA SANCHÍS. La Vanguardia

- ¿Lo más importante que le ha ocurrido?
- Perderme y encontrarme.
- ¿Se lo debe a su enfermedad?
- En parte sí. He recuperado la que fui, veo resurgir a Lamari de chiquitilla que hasta ahora había estado durmiendo.
- ¿Dónde la ha encontrado?
- Ha sido todo un proceso. Cuando empecé con Chambao estaba muy escondida detrás de Dani y de Edi, siempre callada. No me sentía a gusto con mi manera de ser, de expresarme y de sentir la vida.
- ¿No se gustaba a usted misma?
- No, y cuando tienes una enfermedad seria todo esto sale. No me alegro de haber sufrido un cáncer, pero sí de recoger lo mejor que he podido de esta enfermedad.
- ¿Y cómo es Lamari niña?
- Natural, espontánea, sin miedo a hablar aunque se equivoque. Sentirte cómoda en tu piel, eso es el éxito en la vida.
- Pero usted, ¿por qué no estaba a gusto?
- Tuve una larga época de rechazo hacia mí misma, de quejarme constantemente de mí misma aunque no lo exteriorizara; digamos que me fustigaba demasiado. Muchas quejas y pocas soluciones.
- ¿Baja autoestima?
- Por los suelos. No sé cuándo empezó todo, pero tuve una relación personal que me fue llevando hacia dentro y a distanciarme de mi familia y amigos. Pero el cuestionarse, el aprender a aceptarse, forma parte del proceso de madurez de todo ser humano.
- ¿Fue una época que acabó con rupturas?
- Sí, terminé con mi pareja tras diez años de convivencia, el grupo primigenio se disolvió. Dani había dejado el grupo en el segundo disco, premio Ondas, y Edi justo antes de que me diagnosticaran el cáncer de mama.
- Y usted, ¿pensó abandonar?
- Sí, porque me sentía muy débil; yo, que siempre me había hecho la fuerte, ya no tenía fuerzas. Así descubrí que yo también podía quejarme.
- Pero no abandonó.
- Entendí que la música podía ayudarme a seguir hacia delante, a sacar la pasión que llevo dentro. Así que durante el tratamiento con quimioterapia y radioterapia seguí trabajando y tomé la decisión de salir al mundo.
- ¿Cómo dejó de desdeñarse?
- La vida me aclaró que no es tan larga como para andar con tonterías de existencialismos. Ante esa perspectiva cambié todas esas quejas hacia mí misma por sentir la vida, y eso implica estar contenta con una misma.
- ¿Lo consiguió?
- Sí, aprendí a quererme más, a no tener miedo, a hacer las cosas de corazón, sabiendo que si te equivocas, puedes pedir perdón. Eso es lo importante en la vida, vivir en paz, y sólo así puedes ayudar a los demás.
- ¿Qué ha sido lo peor?
- Ver cómo afectaba mi enfermedad a mi familia y la terapia hormonal que me dejó sin la posibilidad de tener hijos. Cuando la vida te dice que no, es cuando más ganas tienes, pero hay que aceptarlo.
- Adaptarse.
- Sí, lo antes posible. La caída del pelo no la lleve mal, directamente me rapé. Pero cuando se me cayeron las cejas y las pestañas lo llevé peor, te quedas sin expresión y la cortisona te hincha, te ves muy rara.
- Y fue en ese momento que se sentía horrible cuando encontró a su chico.
- Es lo último que me esperaba, pero ya ve lo impredecible que es el amor. Al principio estaba reacia, no quería que nada me dañara, la quimioterapia te debilita mucho y no quería que me bajaran las defensas, así que me protegía y estaba muy tensa con él.
- ¿Qué la hizo cambiar?
- Darme cuenta de que tú no decides de quién te enamoras ni cuándo te enamoras. Pero no dejaba de preguntarme cómo él se podía enamorar de mí estando yo con ese aspecto.
- ¿Y?
- Él me repetía una y otra vez que él tampoco había elegido enamorarse e insistía en que mi aspecto era momentáneo, que tuviera paciencia. Y eso hice, tener más paciencia conmigo misma y con los demás.
- Valioso aprendizaje.
- Es que no nos damos cuenta de que en este mundo hay muchos mundos. Cuándo iba al hospital público a darme la quimioterapia entraba en una sala donde mucha, mucha gente estaba como yo.
- ¿Alentador o deprimente?
- Cada uno contaba su vida y había una insistencia general en catalogar la quimio como veneno. Yo había momentos en que me hacía la dormida para protegerme del desánimo y me contaba la película de que lo que me estaban dando era una luz blanca que entraba en mis venas y me sanaba.
- ¿Cuál era el peor pensamiento?
- La metástasis me asustaba muchísimo, porque conoces casos de todos los colores. Hoy no tengo miedo porque ya conozco el proceso: operación, quimio, radio y lo que venga. El cáncer no entiende ni de edad, ni de religión, ni de clase social, viene, y tal como viene tienes que aceptarlo de la mejor manera posible.
- ¿Qué le ha sido más útil?
- Llevarlo con humor y tener gente que me quiere alrededor. Estoy muy contenta de la familia que tengo tan guasona y unida. Si algo he aprendido del cáncer es que con humor y con amor sanas antes, es muy asombroso.
- La veo contenta...
- Cogí las riendas de mi vida, ha sido un despertar. La brevedad de la vida es algo que sabemos todos, como que existe el cáncer, pero piensas que a ti no te va a tocar. Pero cuando te toca entiendes que todos los momentos, incluidos los malos, merecen la pena.

05 diciembre 2006

Onsrai


Siempre me ha llamado la atención la capacidad de las lenguas de aglutinar conceptos. Esa forma de crear palabras que son intraducibles y que forman parte de la cultura de cada lugar. En el noroeste de la India existe una lengua, el Boro, un idioma que tiene tres palabras para dar forma al amor, por ejemplo. Así, para los boros, Onsay significa “pretender amar”; Onguboy “amar des del corazón” y Onsrai “amar por última vez”. Eso me sugiere lo camaleónico que puede ser el arte de amar. Así, uno no tiene porqué amar siempre des del corazón si no que puede pretender amar e incluso, dejar de hacerlo.
El amor puede ser de muchos colores y formas, puede tener mil texturas y en cada momento podemos sentir que amamos pero de diferente manera. Querer enjaular el amor en sólo un concepto es peligroso porqué podemos caer en la trampa de creer que sólo podemos amar de una manera y si no la alcanzamos creernos incapacitados para el amor. Amar puede significar sentir pasión por algo o por alguien. Puede querer decir admirar o quizá sentir ternura. A veces puede que sea irracional y no tenga explicación. El amor no sólo se siente cuando se mueven mariposas en el estómago o cuando el otro parece haberse convertido en el centro de nuestro universo.
Decía Marianne Costa que el amor no es nada más que crear algo. Para ella, coexisten en este mundo parejas que duran un milisegundo y parejas que duran toda una vida. Cruzar una mirada y una sonrisa con un desconocido por la calle puede ser ya un acto creativo sin tener que caer en la necesidad de pasarle un papel con nuestro número de teléfono.
En este mundo no todo es universal, ni siquiera el amor. Y quizá en nuestra cultura deberíamos revisar esa palabra y empezar a observar que creer en una única forma de amar nos lleva a conflictos que acaban por destruirlo.
Puede que tengamos demasiado miedo de amar y por eso no nos dejemos llevar. ¿Por qué no cometer errores, por qué no descubrir? A veces creo que somos demasiado conservadores, también en el amor. Conservar significa retener, guardar. Pero el amor es mucho más libre y nuestra ansia de amar nos puede acabar llevando a Onsrai, como dirían en lengua boro, aunque esa sea su cara más triste.