27 marzo 2006

La profesora de inglés


Empezamos bien el día. A las nueve de la mañana llega a la recepción de mi querida Granini una niñata que dice ser la profesora de inglés. Como si de profesoras de inglés sólo existiera una! Le pregunto que por quien pregunta y me responde que por un tal Toner y Luis. Mi inconsciente que lo he dejado aparcado en el autobús que venia de Igualada (no, Cristina en ese no ha muerto ningún niño) tarda en reaccionar y le vuelve a preguntar el nombre de la persona a quien busca porqué no lo he entendido bien. Toner y Luis! me dice con una susceptible subida de tono. Le digo que aquí no trabaja nadie con ese nombre (que yo sepa) y que se cerciore de que la persona a quien busca es esa. La profesora de inglés llama a su agencia y con un tono un grado más elevado que el anterior pregunta que a quien tiene que dar clase en Granini porqué la recepcionista (o sea yo) no se entera mucho de la película. Deduzco que le corroboran que efectivamente la persona a quien busca es Toner y Luis de lo cual vuelvo a deducir que se tratará de dos personas y que de Luis sí conozco a alguno en la empresa pero que de Toner, a no ser que sea el de las HP, no tengo conocimiento.
De repente aparece por la puerta Tomeu, un comercial que le pregunta si es la profesora de inglés y tras Tomeu aparece Luis que recibe a la profesora con una encajada de manos. Ahí mi inconsciente vuelve del autobús que venia de Igualada y deduce que el Toner era Tomeu, no ningún consumible de impresión, y Luis era Luis, el de siempre.
Aclarado el asunto miro a Toner y Luis y les comento que estábamos esperando porqué la chica muy bien no se ha sabido expresar. La profesora de inglés me mira con cara de desprecio y me suelta un: Luis no es tan difícil!!
Mi inconsciente ya despierto del todo, incluso cabreado, exige derecho a réplica pero mi parte consciente me aconseja que no hace falta que mejor lo dejamos en un “alto al fuego permanente”. Demos ejemplo ahora que parece que vengan tiempos de paz. Aunque confieso que cuando la profesora de inglés se fue por la puerta después de una hora de clase y aunque me miro y me dejo ir un dulce perdona, mi inconsciente le lanzo un suave fuck off que se le quedo clavado en la nuca. Lo siento pero de imbécil a mi no me trata nadie, aunque sea la única profesora de inglés que exista en Barcelona, y menos un lunes a primera hora de la mañana.

21 marzo 2006

Y uno aprende




No se sabe. Alguien dice que esta preciosidad de texto es de Jorge Luis Borges. Otras malas lenguas dicen que no. Sea de quien sea este es mi regalo para todos vosotros. Porqué después de un tiempo una aprende que la primavera también llega.

Y uno aprende

Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma.

Y uno aprende
que el amor no significa acostarse
y una compañía no significa seguridad.

Y uno empieza a aprender...
Que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas.

Y uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos.

Y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
Y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.

Y después de un tiempo
uno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.

Así es que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma,
en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
uno aprende y aprende...

Y con cada día uno aprende...

02 marzo 2006

Risas y pasta

No sé si os he hablado nunca de mi amiga Bea. Ella es andaluza. Una de esas personas que derrocha alegría por cada poro de su piel y lo mejor es que lo contagia con una facilidad sorprendente. Tengo que confesar que esa energía, a veces esperpéntica, me choco al principio. Quizá sea culpa de mi cultura catalana de desconfiar primero para acabar dejándome llevar por mi intuición. Sea como sea Bea es un regalo en este camino demasiadas veces tortuoso y una explosión de positividad como poquitas las hay en mi mundo. Hoy hemos salido a comer juntas. También estaba Sareta otro puntal de mi vida a quien quiero un montón. Y la comida ha sido como un alto en nuestro día esquizofrénico. Hemos compartido mesa en un lugar confortable. Un restaurante italiano que queda a la entrada del barrio de Gràcia de Barcelona. Un lugar pequeño, con música, comida y ambiente agradable. La verdad es que no sé que más le podemos pedir a esta vida que dos horas como las de este mediodía. Risas, sonrisas, carcajadas, complicidad y nada más, o todo. En ese restaurante nos perdíamos a menudo también con Gemma antes que cogiera sus maletas para partir a sus islas del Pacífico. Y fue precisamente en Le Figaro dónde le dieron el sí definitivo a su deseado viaje. Así es que algo de especial debe tener ese espacio que para mi es como un pequeño paréntesis en la ciudad, un lugar donde el tiempo parece detenerse y todo fluye de otra manera. Espero que podamos perdernos una, dos o las veces que nos apetezca en esta pequeña isla dónde comer y conversar es todo un placer.