02 marzo 2006

Risas y pasta

No sé si os he hablado nunca de mi amiga Bea. Ella es andaluza. Una de esas personas que derrocha alegría por cada poro de su piel y lo mejor es que lo contagia con una facilidad sorprendente. Tengo que confesar que esa energía, a veces esperpéntica, me choco al principio. Quizá sea culpa de mi cultura catalana de desconfiar primero para acabar dejándome llevar por mi intuición. Sea como sea Bea es un regalo en este camino demasiadas veces tortuoso y una explosión de positividad como poquitas las hay en mi mundo. Hoy hemos salido a comer juntas. También estaba Sareta otro puntal de mi vida a quien quiero un montón. Y la comida ha sido como un alto en nuestro día esquizofrénico. Hemos compartido mesa en un lugar confortable. Un restaurante italiano que queda a la entrada del barrio de Gràcia de Barcelona. Un lugar pequeño, con música, comida y ambiente agradable. La verdad es que no sé que más le podemos pedir a esta vida que dos horas como las de este mediodía. Risas, sonrisas, carcajadas, complicidad y nada más, o todo. En ese restaurante nos perdíamos a menudo también con Gemma antes que cogiera sus maletas para partir a sus islas del Pacífico. Y fue precisamente en Le Figaro dónde le dieron el sí definitivo a su deseado viaje. Así es que algo de especial debe tener ese espacio que para mi es como un pequeño paréntesis en la ciudad, un lugar donde el tiempo parece detenerse y todo fluye de otra manera. Espero que podamos perdernos una, dos o las veces que nos apetezca en esta pequeña isla dónde comer y conversar es todo un placer.

2 comentarios:

cafoscarina dijo...

Me he puesto roja como un tomate:) Lo bueno de la vida es vivirla y ser siempre como uno siente, asi te encuentras sorpresas tan maravillosas como tú.
Nada es casualidad.
Un beso enoooooooormeeeeeee y muy natural. :D
MUUUUUUUUA

gemma dijo...

trunyes,

dinem dema a le figaro!?

un petonas trunyes,

gemma que us troba a faltarrrrrr...